Mi Esposo


Es mi mejor amigo y mucho de lo que soy es gracias a el, quien me ha enseñado que el amor y el dolor van cogidos de la mano. Muchos han sido nuestros contratiempos en el camino de nuestro matrimonio, pero de estos los dos hemos aprendido que no todo se te da en el mismo instante en que lo pides o lo piensas. Que tu vida va creciendo poco a poco y durante ese tiempo la abonas con lo mejor que tengas; más tarde puedes recoger los frutos de lo que sembraste y el dolor va quedando atrás, el tiempo y las malas vivencias, que como es sabido todo ser humano tiene en su vida. Solo de lo que verdaderamente hayas madurado, depende en verdad el como se mueve tu vida. Pienso que el matrimonio no es garantía de felicidad, pero es un lazo que te mueve y del cual te aferras para subir juntos la montaña, con todo y el peso de tus defectos o de tus valores, por grandes o pequeños que estos sean son los que les ayudaran a seguir adelante desafiando cada piedra que se desprenda de la cima. Que en el matrimonio no todo es miel, también hay hiel y mucha, un gran amargor cuando se falla, pero precisamente la miel que tienes guardada en tu corazón para ese ser que en verdad amas, esta allí para beberla cuando sientas que el amargo te hiere hasta el alma. Seguir adelante y tratar de no mirar atrás, porque no digo, no mirar atrás, es casi imposible, perdonar y tratar de olvidar es una de las grandes cosas que puedes hacer. Rescatar lo mejor que se tiene y juntos, tomarse de las manos y apoyarnos el uno al otro. Somos tan ciegos que a pesar de que el sol nos alumbra cada día queremos perderlo todo por una luz que creemos ver en el sendero?, No lo creo!!!, tal ves esa luz al final es el resplandor de dos corazones que se aman desde el principio del camino. Espero que cualquiera que emprenda una empresa como el matrimonio, la construya de valores, esos que aprendimos a ver de nuestros padres y de nuestras familias, aquellos que aunque no se aprenden por referencia, se encuentran muy dentro de cada uno de nosotros. Y que el amor no solo sea esa fantasía que aprendimos de los libros de cuentos, sino la realidad de que siempre se camina junto al otro y se necesita de el para apoyarnos en el sendero.

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