Como un libro viejo.

Soy como un libro, de esos que nadie quiere leer, que se guardan en un librero y cuando vas a escoger uno jamás me escoges a mí. Soy como esos libros sin gracia, que se ven feos en su pasta, no tienen tan buen aspecto como los libros nuevos, esos que huelen a regalo, aquellos que lees y re lees tratando de sacar lo mejor y que te queden plasmadas sus ideas en la oscuridad del subconsciente.
Soy como esos libros sin dibujos, aburridos y con la letra pequeña. De aquellos que comienzas y no te apasionan, no te llenan, no te sumergen. Pero un día, de esos en que ya no tienes nada más que hacer que revisar lo que se te ha pasado por mucho tiempo, abres mis paginas te concentras en lo que ves y de pronto... bummmm! te das cuenta que encontraste un tesoro, un secreto guardado muy en su interior, divertido, apasionado, con ganas de ser terminado y que a pocas páginas del finno quieres que se termine. Quieres una segunda parte que te anime a vivir, a sumergirte en los secretos, en las vivencias, en sus recónditos y misteriosos capítulos que te dan cada día una oportunidad más para soñar.
Soy de aquellos libros que jamás botaras a la basura, que mandaras a arreglar porque sus páginas se están cayendo, que envolverás en un suave y nuevo papel que lo sostenga y lo mantenga libre del tiempo y la humedad.
Yo soy tu libro, ese que no dejara de hablar por medio de sus letras y que te acompañara hasta el momento en que Dios quiera.
Te mando un beso, puedes abrir mis páginas cuando quieras. ( Mónica María Acosta. Santo domingo 03 de agosto 2013)
 
 
 
 


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